miércoles, 21 de octubre de 2009

2009


Ha llegado el momento de un

Nuevo Pacto sobre la Migración

Jeni Klugman*


5 de octubre

En un mundo como el actual, caracterizado por la recesión económica, el desempleo y cargas cada vez mayores para la atención médica y otros servicios públicos, la migración se ha convertido en un tema que suscita acalorados debates en muchos de los países de destino de los migrantes. Desgraciadamente, gran parte de este debate se centra en la aparente carga que los migrantes representan para las economías en dificultades. Y los que se encuentran en situación irregular —que son una minoría— acaparan toda la atención. El miedo y la xenofobia salen a escena. Y en este debate pasan desapercibidas las consecuencias ampliamente positivas de la migración para la mayoría de las personas afectadas.

No tiene que ser así, y no debería serlo. Digo “no debería”, porque la movilidad, la capacidad de buscar mejores oportunidades en otro lugar, es un elemento fundamental de la libertad humana. Y “no tiene que ser así” porque las políticas de migración pueden tanto responder a las necesidades y preocupaciones nacionales como mejorar la contribución de la movilidad al desarrollo humano.

La migración es un proceso que hay que gestionar, no un problema que haya que solucionar, señala el Informe sobre el Desarrollo Humano 2009, un informe independiente encargado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que se lanza hoy. Este innovador estudio, titulado Superando Barreras: Movilidad y desarrollo humanos ,examina cuidadosamente los datos sobre la migración, tanto nacionales como internacionales desde la perspectiva de las personas: los migrantes, sus familias y las comunidades de las que proceden y en las que viven y trabajan.

Demuestra los potenciales beneficios para todas las personas afectadas, así como los riesgos y costes que puede conllevar, especialmente para los más pobres. Entre ellos se incluyen los beneficios para los países de origen, que pueden ser significativos, aunque advierte que la emigración no es un sustituto del desarrollo local. Asimismo, muestra las barreras que pueden impedir este movimiento como las prohibiciones absolutas, el elevado coste de las “montañas de papeleo” que implica cambiar de país o la discriminación o las desventajas a las que muchos inmigrantes se enfrentan en los países de destino.

De esta manera, echa por tierra muchos de los mitos que rodean los debates sobre la migración. La mayoría de los mil millones de personas que se desplazan lo hacen dentro de sus propios países. Contrariamente a lo que se suele pensar, el porcentaje de la población mundial que cruza fronteras se ha mantenido extraordinariamente estable durante los últimos 25 años. Lo que es cierto es que ahora son más los migrantes que se desplazan de países en desarrollo a países desarrollados y que los efectos pueden variar enormemente de una región a la otra.

El informe pone en cuestión los estereotipos como “nos quitan nuestro trabajo” o “viven de nuestros impuestos” o la imagen de “víctimas” que se atribuye a los migrantes. La migración no suele ser un proceso fácil. Los conflictos, los desastres naturales y las dificultades económicas obligan a muchas personas a desplazarse. Algunas caen en manos de traficantes, con las terribles consecuencias que esto acarrea. Pero los datos globales indican claramente que, para una gran parte de las personas que se desplazan, el coste, las dificultades y el estrés que el desplazamiento implica se ven ampliamente compensados por una vida mejor; no sólo en términos de ingresos, sino en otros ámbitos del bienestar como la salud, la educación y la autonomía.

Las destrezas, ideas y diversidad que traen los migrantes también son sumamente beneficiosas para las sociedades de destino. El informe no encuentra datos que demuestren que la migración provoca la pérdida a gran escala de puestos de trabajo para la población local. La contribución de los migrantes al crecimiento económico puede ser alta, mientras que los efectos en los servicios públicos suelen ser reducidos, o incluso positivos, aunque algunas comunidades locales se enfrentan a cargas más elevadas. Y lo que es más importante, el informe aporta pruebas de que, en muchos países, la opinión pública está abierta a la migración, siempre que haya trabajo disponible.

El empleo suele ser el quid del debate que se produce en los países de destino. El informe presenta un paquete de medidas que pueden mejorar el acceso a los migrantes y que están ligadas a la demanda de trabajo. Ha llegado el momento de un nuevo pacto sobre la migración, uno que beneficie a los que se desplazan, a los que están en las comunidades de destino y a aquellos que permanecen en sus hogares.

Las medidas propuestas, basadas en buenas prácticas, son políticamente factibles, especialmente cuando la recuperación económica vaya afianzándose. El crecimiento renovado producirá más empleo y una política de migración bien gestionada beneficia tanto a los migrantes como a las sociedades de destino. Para la población envejecida de muchos países desarrollados, especialmente europeos, garantizar este flujo de mano de obra es imprescindible para mantener el crecimiento económico.

Pero la materialización de este interés mutuo debe realizarse teniendo siempre presentes los imperativos del desarrollo. Las amplias y crecientes desigualdades fomentan las migraciones. Los pobres tienen mucho que ganar de la migración e incrementar el acceso de los poco cualificados, por ejemplo, puede contribuir a optimizar los logros en desarrollo humano. Igualmente importante es garantizar un trato justo a los migrantes. Por ejemplo, combatir la discriminación salarial beneficia tanto a los trabajadores locales como a los migrantes. Se deben proteger los derechos de los migrantes, incluso los irregulares.

Ya hay políticas equilibradas sobre migración disponibles. Los gobiernos se enfrentan a un reto que no es fácil. Muchos —aunque no todos— estaban actuando en la dirección correcta, pero durante la recesión se han percibido signos de retroceso. Es necesario adoptar una perspectiva a largo plazo en la que tanto empresarios, como sindicatos y sociedad civil tienen un importante papel que desempeñar. El informe que se publica hoy contribuye a que los debates públicos sobre esta controvertida cuestión sean más equilibrados e informados.

* Jeni Klugman es directora de la Oficina encargada del Informe sobre el Desarrollo Humano en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.

EL DOCUMENTO INDICA QUE LA ARGENTINA TIENE

UNA FUERTE MOVILIDAD INTERNA

La ONU advierte sobre el impacto de las migraciones en la gente

En el mundo, mil millones de personas llevaron su residencia a otra tierra.

Quiénes son los que año a año abandonan su lugar de origen en busca de una vida mejor? El último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se difundió ayer, hace foco justamente en esa cuestión: en la capacidad de movilidad de las personas alrededor del mundo. "No existe un perfil único de los migrantes del mundo: temporeros de la fruta, enfermeras, refugiados políticos, trabajadores de la construcción, académicos y programadores de computación son todos parte de los casi 1.000 millones de personas que se desplazan al interior de sus países y más allá de las fronteras", dice el informe.

De acuerdo al informe, en la "relación entre migración y desarrollo no existen resultados predeterminados". "La movilidad", sostiene el trabajo, "tiene efectos muy diversos en la vida de las personas -quienes se trasladan, su familia y su comunidad y el lugar de destino- dependiendo de qué impulsa el desplazamiento y el contexto general en el que éste se produce".

Pero para el PNUD las pruebas demuestran a las claras que reducir los obstáculos al movimiento y mejorar las políticas para los migrantes tiene enormes beneficios potenciales para el desarrollo humano, los cuales favorecerían a todos los grupos afectados por la migración.

En la investigación, a la que accedió Clarín, hay varias menciones a la Argentina. Se sostiene, por ejemplo, que nuestro país "no es una excepción a la tendencia de alta movilidad al interior de los países tanto en América Latina como a nivel global". Es que en el informe se explica que contrariamente a lo que muchos creen la inmensa mayoría de los desplazamientos son hacia el interior y no el exterior.

Para ilustrar que es mucho mayor la cantidad de gente que se mueve dentro de sus países que la que emigra, en la investigación se sostiene que en la Argentina "la intensidad de la migración interna permanente en el período 2000-2002 se situó alrededor del 20%, mientras que la tasa de emigración no alcanzó el 5%".

Uno de los ejes del trabajo es que en los países destinatarios existen temores exagerados sobre los efectos de la migración. Y que muchas veces los trabajadores extranjeros terminan siendo discriminados y que las posibilidades que tienen acostumbran ser acotadas. En esto el informe también se refiere a la Argentina. "Las oportunidades que se ofrecen en el mercado laboral a las mujeres de países limítrofes suelen limitarse al cuidado de personas, al servicio doméstico y el empleo en el sector informal. Consecuentemente las mujeres quedan generalmente 'atrapadas' en enclaves".

En su edición de ayer, Clarín mostró otro costado de este fenómeno: que cada vez más argentinos no pueden entrar a España. En casi un año, se duplicó la cantidad de rechazados que debieron volver aquí porque las autoridades españolas no les permitieron el ingreso por las trabas de la Unión Europea a las migraciones, entre otras razones.

Pero el PNUD detalla que "contrariamente a las opiniones imperantes, los migrantes suelen aumentar el producto económico y dan más de lo que reciben. Estudios demuestran que la inmigración aumenta el empleo en las comunidades de destino".


---------------------------------------------------------------------------------

Clarín - 5 octubre 2009